En nuestros entrenamientos diarios, casi siempre le damos más importancia a ganar velocidad, ser más rápidos, más fuertes y más resistentes. Pero no nos damos cuenta que en la montaña 2+2 no son 4 y que no sólo vale ser el tío más rápido del mundo, el más fuerte o el más resistente, dedicarnos exclusivamente a intentar mejorar esto, tener más capacidad pulmonar o mejor consumo de oxígeno (Vo2max).
Un entrenador de corredores de Montaña ha de enseñar muchas cosas para hacernos mejores, pero sobre todo hay una que es la más importante y que está por encima de lo demás, y esta es ser más EFICAZ, estar más adaptado, en definitiva enseñar a correr por la montaña de la forma más natural posible. Y eso no se hace solo a base de series y gimnasio. Hay que enseñar a cómo afrontar una carrera y cómo solucionar la multitud de obstáculos que nos encontramos en cada tramo, porque cada prueba es muy distinta.
Si sales muy rápido, corres el riesgo de reventar al final de carrera, o si sales pisando huevos y al final entras sobrado y no has rendido lo bien que querías.
Hay que ENSEÑAR a gestionar el potencial de cada atleta, aprender, conocer tu cuerpo en cada entrenamiento y en cada carrera, aprender a medirse y saber cómo reacciona tu cuerpo con el frío y con el calor, con la lluvia o en altura, en las subidas y en las bajadas. Hay muchas cosas que aprender para correr bien por la montaña y lo que quiero dar a entender es que de series y volumen no vive el corredor de montaña. ¿Qué esto es la base? No lo discuto, Por supuesto… (Si no intentamos ser más rápidos, no lo vamos a ser y es la base para ser mejores). Pero si ponemos a punto un motor es para sacar el máximo rendimiento y si no hay una adaptación al medio, no habrá margen de mejora.
Un ejemplo: Si metemos un fórmula uno en un circuito de tierra y piedras pues no avanzamos todo lo que realmente pudiera correr ese coche y posiblemente rompamos muchas piezas y en este deporte suele pasar y pasa que un corredor con un físico normalillo termine igualando o incluso ganando a un fórmula uno o un portento con más físico porque está más adaptado y gestiona mejor sus recursos.
Si tenemos esa capacidad de correr más rápido, tenemos mucho ganado, pero recuerda que la montaña es cosa aparte y hay que saber leer cada carrera y sobre todo conocerte, saber dosificarte, medirte, gestionar todos tus recursos. En definitiva, aprender a correr por la montaña. ¿Inteligencia? Pues también es parte de esta adaptación y eficiencia, ya que en la jungla sobreviven los más listos y los más adaptados. Pero esto no se consigue de la noche a la mañana, se consigue a base de trabajo y años entrenando bien en el medio. Quizá sea la parte más complicada y larga del proceso del entrenamiento del corredor de montaña.
Como entrenador de este tipo de pruebas, es importante, muy importante, enseñar cómo conocer tu cuerpo, con tus umbrales y saber cómo reaccionar en cada desnivel, en cada paso técnico o en cada sendero… Esto nos deriva en el siguiente punto, el de ser inteligentes con nuestros actos y decisiones en carrera.
Y destaco una palabra que no quiero que pase desapercibida. Ser EFICIENTE en la montaña, es la clave para correr bien. No digo ganar, digo correr bien. Tanto como corredor como entrenador es más importante ser eficiente que ser un fórmula uno, «esta es mi base». Yo no soy un portento, pero estoy muy trabajado y estimulado en el medio y lo que he aprendido a base de años es lo que quiero transmitir a cada uno de mis chic@s